Le
tenemos miedo a lo diferente. Crecemos dentro de nuestra cuna viendo como el
mundo reacciona a base de respingos. Nuestros ojos negros como perlas aprenden
más del miedo que abrazan los adultos que de la felicidad, quizás porque no
malgastan mucho tiempo en ella. Pero hemos dejado de babear. Y ya no somos
esos.
Sigues
evolucionando y lo que antes era del tamaño de una mano acaba siendo un amasijo
de dudas, un montón de cables cruzados sujetos por unas hormonas temblorosas,
de respuesta compleja. Por eso cuando nuestros padres nos contestan con
monosílabos no los entendemos:
Empecemos
a comprender que la vida es demasiado difícil y que existen más palabras que el
sí y el no. Y ya no somos esos.
Si
nos sentamos durante horas frente a una película demasiado larga de la que soy
partícipe, no es porque no nos interese el mundo exterior, es porque ya lo
hemos vivido demasiado tiempo. Sabemos la forma, el tamaño, el color de los
columpios del parque desde antes de abordar nuestra adolescencia. Y ya no somos
esos.
Hemos
conocido a gente de todos los lugares del mundo. Un severo polaco, un charlatán
inglés, un tranquilo español, un arrogante italiano, un inseguro francés… Todos
ellos me han contado historias más apasionantes que aquellos libros de texto
que tuvimos que tragarnos en la secundaria y en el bachiller, bajo el criterio
de una vieja que no entiende nuestras palabras, sosteniendo sus gafas como la
varita de una bruja. Y ya no somos esos.
¿Pueden
otros prometernos que nos rescatarán con la ayuda de un hombre rubio y una
espada ancha? ¿Pueden otros prometernos que amaremos algún instrumento mucho
más de lo que amamos la ocarina? ¿Pueden otros prometernos que se nos quedará
el mando frío huyendo de una loba francotiradora?
Somos
jóvenes, vivir es lo nuestro.
Y
ya no somos esos.
Ahora
gritamos. Agarramos con fuerza nuestra silla, nuestra espada y nuestro escudo.
Maldecimos. Golpeamos la mesa. Nos tapamos los ojos. Rascamos nuestra nuca
buscando respuesta. Y animamos. Animamos a nuestros semejantes. Para que
lleguen lejos. Porque el sueño que se cumple se refleja en nuestra alma cuando
lo vemos tirado en el suelo, entre sillas, llorando de la emoción.
Puede
que no nos entiendas, pero jamás hemos conocido a nadie que lo haga.
A
veces podremos decepcionarte, mientras tanto…
Eso
somos.
El
futuro.
Bienvenido.
Lee la novela completa aquí:
Novela completa ePubNovela completa PDF
No hay comentarios:
Publicar un comentario